Medusa era una mujer mortal y muy muy hermosa, tanto, que Poseidón, dios del mar, quedó prendado de ella, y no descansó hasta conseguir satisfacer su deseo. En el templo sagrado de Atenas, Poseidón la atacó y la violó en contra de su voluntad. La diosa Atenea, a la que se le hacía rito en ese templo, tomó este ataque como una ofensa, por lo que castigó a la víctima convirtiendo su cabello en serpientes, y le impuso la maldición de convertir en piedra a quien la mirase a los ojos.
Sin embargo, Perseo, semidiós hijo de Zeus y la mortal Dánae, fue en busca de Medusa, a quien amenazó con cortar su cabeza para entregársela a Dictis, quién se había enamorado de su madre, Danae, y quería casarse con ella en contra de su voluntad. Los dioses decidieron ayudar a Perseo en su díficil misión, por lo que Atenea le dio un escudo que era un espejo, Hades le dio un casco que lo haría invisible cuando lo usara, Hermes le dio unas sandalias que se convertirían en alas para volar, y Hefesto le dio una espada indestructible. El héroe utilizó el escudo como espejo para no mirar a Medusa directamente, y así pudo cortar su cabeza. Después, escapó haciéndose invisible con el casco que le había dado Hades, dios del inframundo, y, al volver junto a su madre, utilizó la cabeza de Medusa y convirtió en piedra a Dictis.
Webgrafia: https://www.laopiniondezamora.es/opinion/2023/02/21/perseo-medusa-2570375.amp.html
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