Cuadros de temática mitológica

A la hora de crear arte, es común elegir un tema mitológico. A lo largo del curso lo hemos ido bien, desde los artículos de nuestros compañeros pasando por las presentaciones que han hecho en clase. Es la hora de que yo haga lo propio y muestre los cuadros que a principio de curso me ofrecieron para poder hablar de ellos.

Este cuadro, el último que presenté, tiene un tema claramente mitológico. Creado por Abraham Hondius en el siglo XVII, pertenece a su colección privada de arte y allí la encontramos. Pertenece a la corriente barroca, marcado por los diferentes contrastes entre los colores oscuros de las plantas y la tierra y el rojo de la capa de Hermes, al que reconocemos gracias a sus sandalias aladas y las alas de su cabeza. El episodio mitológico en cuestión es el de Io, una de las muchas aventuras que tuvo Zeus y a la que tuvo que transformar en vaca para evitar la ira de Hera. Sin embargo, la diosa del matrimonio no es tonta y dejó a la vaca Io en manos de Argos, el de los mil ojos (Πανοπτης), para que la vigilara. Como Zeus quería salvar a Io, envió a Hermes a salvarla. Este es ese momento de la salvación. Hermes duerme a Argos con la música de su flauta para luego cortarle la cabeza. 

Este cuadro de Jean Auguste Dominique Ingres, Edipo y la esfinge, fue dibujado el 1808 y pertenece a la corriente neoclásica, época en la que los autores rescatan la mitología y los estilos del mundo antiguo. En este caso el tema rescatado es el de Edipo, rey de Tebas, quien mató a su padre y se casó con su madre. Aquí está en el momento crítico de la historia, su heroicidad: derrotar a la Esfinge, no con lanzas (aquí con la punta, de oro, en el suelo, como símbolo de inofensividad, al contrario que una lanza con la punta hacia el cielo que representaría una amenaza), sino con inteligencia y astucia. Por ello también tiene una postura que nos recuerda al pensador, aunque, en realidad, esta escultura es posterior.

Del cuadro cabe mencionar los colores vivos de la tela de Edipo, las sombras que rodean a la esfinge y los esqueletos en el suelo, viejas víctimas de aquel monstruo. Para el espectador más avispado, la curiosidad pica respecto a la ciudad desdibujada del fondo: Tebas. Si queremos verla tenemos que ir al Louvre, París.

Me atrevo a decir que este fresco de Rafael es archiconocido. "La escuela de Atenas" recoge a un centenar de filósofos clásicos, desde Platón y Aristóteles (en el centro del cuadro, el primero con la mano hacia el cielo y el segundo mostrando la tierra, respectivos intereses) hasta Alejandro Magno (a la izquierda de la composición) y Arquímedes y Diógenes (a la derecha).

Además, las esculturas que hay sobre los filósofos son referencias mitológicas dentro de la propia referencia: a la izquierda, la de Apolo, dios de la razón y de la música, y a la derecha, la de Minerva o Atenea, a la que reconocemos por su escudo de Medusa, y su gran valor como diosa racional y serena. De esta manera, por un lado tenemos, en el plano terrenal de la obra, a los filósofos de la antigüedad y, en el plano superior o celestial, a los dos grandes dioses de la razón griegos.

Este exquisito fresco lo podemos encontrar en el Vaticano. Por supuesto, esto es solo una inspección informal y superficial: se pueden escribir libros sobre esta obra de arte, tal es su magnificencia. Si alguna vez tenéis la oportunidad de ir a Roma y, en concreto, al Vaticano, no la desaprovechéis. O al Louvre para ver a Edipo. Nada mejor que el arte.