
En el año 1914, el físico británico Henry Moseley confirmó dicho descubrimiento. En 1941, en la Universidad de Ohio, se produjo un complejo grupo de materiales radiactivos, entre los cuales se encontraba el prometio. Este se consiguió tras la irradiación de neodimio y praseodimio con neutrones, deuterones y partículas alfa. Actualmente, el aislamiento del prometio se le atribuye a los científicos norteamericanos Jacob A. Mariinski, Lawrence E. Glendenin y Charles D. Coryell.
El prometio, obviamente, pertenece entonces al grupo de los elementos conocidos como los “lantánidos” o las “tierras raras” y sus propiedades son muy similares a las del resto de los lantánidos, solo que con este en particular, hay que hacer determinadas consideraciones especiales, pues puede resultar sumamente peligroso. El prometio debe manejarse con cuidado, ya que puede generar rayos-x de alta potencia. Por su radiactividad, las sales del prometio emiten un brillo que va de un característico azul blancuzco a un verde pálido en la oscuridad.
Este elemento sólo puede producirse de forma artificial y aunque no se encuentra en la corteza terrestre, abunda en la constelación de Andrómeda. Actualmente, el prometio se produce a partir de los subproductos de la fisión del uranio y el bombardeo de neodimio-146 con neutrones.

Así mismo el prometio se podría usar:
-Como fuente portátil de rayos X
-En generadores termoeléctricos de radioisótopos para suministrar electricidad a sondas exoespaciales (espacio exterior) y satélites
-Como fuente radioactiva para instrumentos de medición de espesores; d) para elaborar láseres destinados a comunicación con submarinos en su ámbito habitual (sumergidos).
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