BLOG DE CULTURA CLÁSICA DEL IES FRANCESC RIBALTA DE CASTELLÓN


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jueves, 21 de mayo de 2015

Spartacus

Spartacus es una serie australiana que cuenta la revolución que empezó el mismo, es una serie biografiara de spartacus un esclavo de origen tracio, actual Bulgaria, militó en las auxilias, las tropas auxiliares de Roma, de las que desertó. Al no ser ciudadano romano, una vez capturado fue reducido a la esclavitud. Fue destinado con su hermano a trabajos forzados en unas canteras de yeso, pero gracias a su fuerza física, fue comprado por un mercader para la escuela de gladiadores de Capua de Cneo Cornelio Léntulo Batiato. Todas las fuentes conocidas de esta rebelió, coinciden en describir que Spartacus era un hombre culto.
Durante su permanencia en esta escuela, Espartaco ideó y llevó a cabo una rebelión a fin de escapar junto a varios compañeros. Unos 74 hombres, encabezados por Espartaco, Crixo, Enomao, Casto y Cánico huyeron de la ciudad armados con todo lo que encontraron. Por el camino se encontraron con un convoy que transportaba armas de gladiadores y se apoderaron de él, tras lo cual se retiraron al monte Vesubio, desde donde empezaron a llevar a cabo acciones de pillaje contra las localidades vecinas. Espartaco estableció un reparto equitativo del botín entre todos sus hombres, lo que le atrajo gran número de seguidores entre los esclavos de las fincas aledañas al volcán.
Al tener conocimiento del motín, los romanos, sin dar gran importancia a este incidente, enviaron desde Capua una pequeña brigada de soldados, que fue derrotada. Rápidamente los esclavos sustituyeron sus armas de gladiadores con verdaderas armaduras romanas. En consecuencia, los romanos se alarmaron y enviaron una unidad de 3.000 hombres al mando de Cayo Claudio Glabro.

Contrario a la doctrina militar romana, e infravalorando completamente a los esclavos, Claudio Glabro estableció su campamento al pie de la montaña, donde descendía el único camino proveniente de la cúspide, sin establecer una valla de protección. Al tener conocimiento de este hecho, Espartaco adoptó un brillante plan. Hizo descender a sus hombres por la parte más escarpada del volcán, atados por cuerdas a la cepa de una vid silvestre, cayendo por sorpresa sobre los soldados romanos, causándoles numerosas bajas y obligando a los supervivientes a darse a la fuga desordenadamente, dejando el campamento en manos de los esclavos. Era la primera gran victoria de Espartaco, la batalla del Vesubio.

Los romanos enviaron contra los esclavos dos legiones traídas de la frontera norte de Italia, al mando del pretor Publio Varinio. Éste trató de cercar a Espartaco con una maniobra en tenaza, para lo que dividió sus fuerzas en tres partes. Espartaco, bien informado por sus espías aprovechó la división de las fuerzas romanas y derrotó separadamente a los dos ayudantes de Varinio, y luego atacó a las fuerzas mandadas directamente por éste, llegando al punto de capturar los lictores del pretor y su propio caballo. Varinio tuvo que huir a pie.
Como resultado, el movimiento de los esclavos se extendió a todo el sur de Italia. Muchas ciudades fueron tomadas y saqueadas por los esclavos. El historiador romano Salustio habla de la masacre de los esclavistas y de las crueldades cometidas por los esclavos contra sus antiguos opresores. Espartaco, consciente que esas acciones terminarían por desmoralizar a los mismos rebeldes, se dedicó a organizar un ejército regular disciplinado, que pudiera enfrentarse con éxito a las poderosas legiones romanas.
De esta manera formó un ejército de unos 70.000 hombres, preparó la construcción de armas y organizó la caballería. Una vez hecho esto, formó un plan para futuras acciones.
El plan de Espartaco consistía en reunir el mayor número posible de esclavos y sacarlos de Italia cruzando los Alpes. Esta era la única posibilidad de libertad para la mayoría de ellos, puesto que una vez fuera de Italia muchos rebeldes podrían escapar a territorios que aún no habían sido conquistados por Roma (como Germania). Además, era consciente de que no podría sostener una larga guerra de desgaste contra la República romana, pues esta era inmensamente rica y podría rehacer sus fuerzas armadas una y otra vez, impulsados por el temor a que los esclavos de todas partes del mundo mediterráneo decidieran rebelarse, lo que pondría en peligro la existencia misma del Estado. Espartaco sabía también que ni siquiera los griegos, con toda su ciencia y su técnica, ni los cartagineses, con su poderosa flota y sus mercenarios adiestrados, habían podido doblegar a Roma. Con el fin de llevar a cabo este plan, empezó a marchar con sus tropas hacia el norte. Según lo que indica el historiador romano Salustio, las disensiones estaban relacionadas con el plan de acciones futuras: mientras Espartaco simplemente quería lograr que los esclavos salieran de Italia, Crixo y los suyos estaban empeñados en presentar batalla campal a los romanos, derrotarlos e incluso tomar Roma, aniquilando al opresor; asimismo es posible que Crixo estuviese respaldado también por los estratos pobres de la población libre que se habían adherido a la rebelión y que, como es obvio, no tenían intención de dejar Italia.
Este debilitamiento momentáneo del movimiento no significó el final de la rebelión, pues Espartaco, con maniobras brillantes en los pasos de los montes Apeninos, infligió una serie de derrotas a Léntulo, Gelio y Arrio, evitando las emboscadas que le tendieron los romanos y continuando su avance hacia el norte. Sus tropas continuaron fortaleciéndose por el continuo afluir de esclavos escapados de todas partes de Italia, hasta el punto que Apiano dice que llegó a reunir un número de 120.000 hombres en total.



Los romanos se desesperaban al ver que sus legiones establecidas en Italia no eran suficientes para vencer a los esclavos. El gobernador de la provincia de la Galia Cisalpina, el cónsul Gayo Casio Longino, reunió todas las fuerzas disponibles y aguardó la llegada de Espartaco al valle del Po, en la ciudad de Módena. Espartaco aceptó la batalla propuesta por el cónsul y lo derrotó, tras lo cual pudo cumplir su plan de cruzar los Alpes, pero en vez de eso, regresó hacia el sur.
Aunque no hay una explicación clara de este asunto, se puede concluir que en ese momento los esclavos estaban tan entusiasmados por su rosario de victorias que no se podía ni hablar de escapar de Italia. Deseaban culminar su venganza tomando Roma, y Espartaco se vio obligado a someterse. Más que por haberse dejado dominar por el entusiasmo de sus hombres, lo hizo para no perder completamente el control de su indisciplinado ejército.
 Espartaco se acercó a Roma. Sabiendo que no podría tomar la ciudad dadas sus poderosas fortificaciones, adoptó una postura pasiva. Los romanos, por su parte, habían confiado el mando supremo del ejército al pretor Marco Licinio Craso, adjudicándole las diez legiones disponibles, aunque no eran de las mejores, pues ya los soldados estaban desmoralizados por las inauditas victorias de Espartaco.
Habiéndose acercado ambos enemigos, Craso ordenó asumir una posición defensiva mientras elaboraba una estrategia para derrotar a los esclavos, que consistía en encerrarlos en la montañosa región del Piceno, mientras recibía más refuerzos. Sin embargo, uno de sus ayudantes, Mummio, que tenía órdenes de dirigirse a una posición más avanzada de la que ocupaban los esclavos con el fin de rodearlos, optó más bien por atacarlos directamente, siendo derrotado
El Senado perdió la fé en Craso al ver que no podía vencer a los esclavos. Enviaron entonces al general Cneo Pompeyo Magno, recién llegado a Italia desde Hispania, donde había reprimido hacía poco la rebelión de Quinto Sertorio. A Marco Terencio Varrón Lúculo, lugarteniente de Macedonia, se le dio orden de desembarcar con sus tropas en el puerto de Brindisi desde Grecia. La idea del Senado era cercar a los esclavos desde tres frentes: noroeste (Pompeyo), suroeste (Craso) y este (Lúculo). En total, los romanos sumarían unas 20 legiones (alrededor de 120.000 hombres), de las cuales, las de Pompeyo sobresalían por su valor y moral, ya que regresaban de una campaña victoriosa.
Justo en esta circunstancia peligrosa surgieron otra vez disensiones entre los esclavos. De nuevo los galos y los germanos, al mando de Casto y Cánico (unos 30.000 hombres), se separaron de Espartaco y fueron derrotados por Craso. Si bien al comienzo de la rebelión la separación de un grupo similar no había tenido mayor importancia, ahora la situación era completamente distinta. Cualquier debilitamiento de las fuerzas rebeldes resultaría mortal, puesto que ya no había reserva de esclavos que pudieran unírseles. De esta manera, a Espartaco le quedaron alrededor de 80.000 hombres.
en Apulia, se libró la última batalla (llamada por algunos historiadores batalla del Río Silario). Antes de la misma le llevaron su caballo a Espartaco, y él lo mató con su espada, diciendo: "La victoria me dará bastantes caballos de entre los enemigos, y si soy derrotado, ya no lo necesitaré." Decidió combatir a pie con todos los demás. Los esclavos, impulsados por el ejemplo de Espartaco, dispuestos a vender cara su derrota y jamás volver a servir a los romanos, pelearon desesperadamente, pero no pudieron resistir la superioridad de las legiones romanas fogueadas en las campañas de Hispania. 60.000 esclavos, entre ellos Espartaco -quien, herido en una pierna durante la batalla, llegó a luchar de rodillas-, cayeron en la batalla; en cambio los romanos solo perdieron 1.000 hombres. No se pudo localizar el cadáver de Espartaco. Los romanos hicieron 6.000 prisioneros, y decidieron dar al mundo una lección: todos los esclavos prisioneros fueron crucificados a lo largo del tramo de la Vía Apia entre Capua y Roma, separados uno del otro unos 10 m aproximadamente.
Los remanentes de las tropas de Espartaco se dispersaron. Un cierto número de ellos logró huir y se refugió junto a los piratas de Cilicia. Pero los que no lo hicieron fueron sistemáticamente perseguidos: Pompeyo logró destruir a una tropa de 5.000 hombres que se dirigía hacia el norte, tratando de salir de Italia por los Alpes, como era la intención inicial de Espartaco.

1 comentario:

  1. Joachim Fernau dijo que no hay otra guerra que pueda considerarse justa como la de ESPARTACO. Y tenía razón. Os dejo algunos recursos referentes a este asunto que me parecen interesantes: https://gabrielrosselloblog.wordpress.com/2017/02/20/que-fue-la-revuelta-de-espartaco/

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